Las Mejanas

Fantastic Planet y otras maneras de habitar el futuro

16 diciembre 2022

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Fantastic Planet (La planète sauvage) es une película francesa* animada de ciencia ficción de 1973. Un futuro distópico nos muestra un planeta tierra en estado postapocalíptico. ¡Pero cuidado! Todavía no estamos en ese futuro.

Conclusión, podemos cambiar el cuento.

Y como se trata de aprovechar el trabajo previo, podríamos empezar por alguno de los cuentos que este domingo descubrí en el primer salón del libro infantil de Alagón. El cuento se llama: “La página de arriba”. Lo editan en el mismo Alagón Apila Ediciones. Y la historia arranca con un personaje que tiene todo el poder y el bienestar; mientras, les otres buscan la manera de darle la vuelta a la situación… ¿parece que me quiere sonar?

Y me diréis: “sí, claro, pero es solo un cuento!”. ¡O no!

Algo está cambiando. Y, digan lo que digan las noticias, no todo lo que vendrá tiene que ser triste. Algunas personas empiezan a intuir posibilidades.

– Teníamos unas narices, en el siglo XXI, unas narices con unas fosas nasales muy amplias. ¿Porqué? Porque eran para oler toda la mierda que había en el mundo. Ahora no hay mierda, pues las fosas nasales han desaparecido. Ya no tenemos problema. Respiramos directamente por este sistema de sol. El sol nos da en la piel y aquí respiramos. Y por eso, digamos, solo comemos por placer.

– Estamos en un mundo terriblemente triste. Unas personas producen, producen, producen y se sienten orgullosas. Y otras personas se han dejado caer, o han caído y es terriblemente triste. Y ahora me he enterado que dentro de muy poquito, estas personas que hemos caído, o nos han dejado caer, nos van a poner a todas en un sitio apartado. Va a ser en un sitio apartado, un sitio que nadie quiere, el peor. Y ahí no sé si quieren matarnos o qué pero intentaremos sobrevivir. Así que tengo un poquito de esperanza.

No es una idea mía, ni es nuevo esto de #cambiarelcuento. Y os diré, hay mucha gente entrenando el fantástico ejercicio diario de crear narrativas transformadoras..

– Pues me gustaría que la única suerte que tuviésemos al nacer fuese una bicicleta que nos corresponde de colores. Y así el mundo estaría lleno de bicicletas de colores. Colores, pintadas, mezcladas, para movernos a nuestro antojo.

Dicen que lo que no se nombra no existe. Según esta lógica, lo que se cuenta puede llegar a ser realidad, ¿no?

¿No se supone que en Navidad es el tiempo de desear? Pues no seré yo quien dude del poder de la imaginación.

“Te invito a hacer realidad futuros deseables. No los de la publicidad, los tuyos, los nuestros” Esto mismo, le dije a algunas de mis amistades.

Emma, que desde el futuro, me contó porqué estaba tan contenta:

– Una de las cosas que me encantan de la actualidad y que eché en falta cuando yo era joven es la igualdad entre todas las personas. Yo cuando era joven deseaba poder volver a casa tranquila por la noche. También deseaba que se me tuviera en cuenta en el trabajo como una más. Por eso me encanta ver a las chicas jóvenes y a las niñas; y me encanta ver que tienen las mismas oportunidades que sus compañeros.

Claudia, sin pensárselo dos veces, dejó de cortar cebollas, se secó los ojos y de una voltereta se plantó en el 2050. En su futuro, ha podido cambiar de trabajo. Ahora lo disfruta.

– Ha sido difícil. Mucho trabajando (ríe). ¿Quién me ayudo? Bueno, tienes que estar feliz en lo que haces, entonces no es un trabajo, no lo ves como un trabajo si haces lo que te gusta.

Yo misma os estoy hablando desde el futuro. ¿Y sabéis qué? La dieta de la mayoría de gente que conozco son alimentos cercanos: setas de cardo, amargones, ajos silvestres, olivas, higos, “malas yerbas”. Malas yerbas decían. Antiguamente los fumigaban.

Hace años los jardines públicos se empezaron a replantar con frutales y con otras plantas comestibles. Ahora ya nadie pasa hambre. Además, comemos menos cantidad, de temporada, y eso nos hace sentirnos mejor.

– Comemos poquísimo, muy poco, muy poco. Y nos movemos y fluimos por el campo etérico, ya no es por el campo material. Es un campo material pero está a medio camino del etérico.

En Marruecos me dijeron hace tiempo “En Europa tenéis los relojes y aquí tenemos el tiempo”. Al poco, casi todas las personas en Marruecos usaban relojes. Pero otras llegaron a tiempo, a tiempo, de cambiar el mecanismo… del tiempo. Consiguieron que todo fuera más lento. Los ciclos del sol ahora siguen siendo los mismos, pero las personas vivimos sin prisas.

– Hemos trascendido ya el tema tiempo. Lo hemos puesto en su lugar. Ha dejado de ser pasado, presente, futuro y se ha convertido en un presente eterno que lo impregna todo.

Acepto que haya quien necesite tener cuatro fechas claras. En mi 2050 los relojes solo mueven la saeta una vez por año. A Pilar le relaja tener claras algunas fechas, esto me ha contado:

– Yo me acabo de enterar que dentro de 45 años me voy a morir, pero lo voy a hacer sin dolor. Ni voy a tener cáncer ni dolor ni enfermedad, pero sí acepto que tengo que morirme dentro de 45 años.

– Que no  me gusta el sufrimiento. No me gusta ver sufrir a los demás ni a los seres vivos. No me gusta. Buf!

Y hablando de morir o sufrir, espero que nos os agobie la idea, gentes del 2022. Porque aquí en el futuro, este tema lo tenemos ya por la mano.

– Pues yo estoy superfeliz que ahora en el 2050 los niños, las niñas y les niñes en la escuela trabajen tan profundamente la inteligencia emocional, mediten, la aceptación de la muerte… de todos estos temas que antes era tabú, no se podía hablar. Yo recuerdo que era como “uhhh! No”. Bueno pues ahora todo este trabajo que se hace con les niñes, de inteligencia emocional, me parece un avance que hemos hecho la humanidad, brutal.

– Un pequeño paréntesis. No nos olvidemos que ya no hay fronteras. Cosa importantísima también.

¡Un momento! No penséis que todo es fácil y que en todo momento se vive feliz. Pero tratamos de cuidarnos. De no dejar a nadie caer a solas. Y cuando la tristeza lo inunda todo o una situación nos preocupa, nos lo contamos:

– Resulta que la gente quedó tan cansada de tanto mundo digital, de tanto exponerse en las redes sociales. Que la gente volvió a escribir cartas. Y ahora tenemos, otra vez, el arte de escribir cartas explicando tus sentimientos a las personas que quieres.

Por cierto, no sé si lo dije ya o se me pasó. Hace unos años que cultivo verduras de temporada en un huerto compartido con gente maja de Alcalá. Al principio nos costó un poco. Hubo gente que se descolgó del proyecto. Y todavía nos cuesta gestionar la convivencia con los caracoles sin usar químicos. Pero vale la pena. O mejor, vale la alegría.

¿Habéis oído hablar del efecto mariposa… todo lo que puede llegar a cambiar el mundo con el batir de sus delicadas alas?

No sabemos el camino, pero tenemos claro donde queremos llegar y ese ya es un mapa.

¡Feliz 2023!

– Y sobre todo, sobre todo, sobre todo, que no cambien los amaneceres ni los atardeceres. Que sigan siendo como son. Eso querrá decir, o yo pienso, que si eso es así que hemos sabido vivir en equilibrio con la naturaleza.

Notas desde la redacción:
Bajo la foto principal, si pulsamos sobre el play podremos ver la película, "La planète sauvage", coproducción francocheca que le da nombre a este artículo.
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