El martín pescador, una bala azul sobre el río Ebro

Nuestro querido río Ebro alberga una increíble diversidad de fauna, muchas veces desconocida para la mayor parte de los vecinos de los pueblos ribereños.

Una de estas joyas es, sin duda, el martín pescador, un ave de pequeño tamaño, poco más que un gorrión, que produce admiración en todo aquel que ve sus azules metálicos sobrevolando el río Ebro de una orilla a otra.

Su alimentación se basa en pequeños pececillos que localiza apostándose en ramas secas que se ciernen sobre el agua. Cuando localiza una presa, se lanza sobre ella como si fuera una flecha. Una vez capturada, sale del agua para volver a su posadero favorito, donde golpea repetidas veces al pececillo contra la rama antes de tragárselo. La razón de este curioso comportamiento no es otra más que la de ablandar las espinas antes de engullirlo, algo que realiza siempre empezando por la cabeza, para no ir en contra de la disposición de las escamas.

La evolución ha hecho que sus ojos estén más desarrollados que los de los humanos, ya que están provistos de dos fóveas, que son áreas de la retina con mayor densidad de receptores, en lugar de una única que tenemos las personas. Esta característica les permite reducir la refracción y mantener la agudeza visual dentro del agua, posibilitándoles seguir viendo con relativa nitidez al entrar en el agua cada vez que se zambulle a cazar.

La estructura del martín pescador está diseñada para apenas crear resistencia al entrar en el agua, tanto es así, que prácticamente no salpica al sumergirse. Esta característica le confiere una curiosa relación con varios trenes de alta velocidad, como es el caso del tren bala de Japón.

Los ingenieros se dieron cuenta de que los primeros trenes de alta velocidad, como el tren bala de Japón, producían un sonido estridente al salir de los túneles, lo que generaba molestias a los habitantes de los edificios cercanos. Uno de estos ingenieros, Eiji Nakatsu, amante de la naturaleza y aficionado a la observación de las aves, analizó la silueta del martín pescador y modificó la cabina del tren bala para asimilarlo a la cabeza del martín pescador aumentando su aerodinámica, lo que no solo supuso que se redujeran los niveles de ruido hasta hacerlos aceptables, sino que incrementara su velocidad por encima de los 300 km/h y, para guinda mejorara su eficiencia energética en torno a un 15%.

Si tienes la suerte de poder observar algún martín pescador en alguno de tus paseos por el río Ebro, recuerda que estás contemplando una maravilla aerodinámica!!!

Tanto el autor del texto, Eduardo Gil, como la publicación gaRceta de la Ribera, agradecen las maravillosas fotos proporcionadas por Guillermo Cubero.

Asimismo hemos tomado otro recurso de la página xeno-canto.org y es el canto del martín pescador, la grabación es de W. Agster.