Pintura
Sirani
23 junio 2023
Estamos en el entorno de los años 1650 en la ciudad italiana de Bolonia, aunque por supuesto Italia aún no existe, ni se le espera. Por aquel entonces Bolonia, que hasta la fecha había permanecido lejos del esplendor de Venecia y Florencia, pertenecía a los Estados Vaticanos. La burguesía estaba en pleno auge, el comercio a tope. Los comerciantes más poderosos, los nuevos ricos, quieren hacer gala de su riqueza e imitan a los nobles. Qué mejor para ello que contratar a afamados pintores para ser retratados o exhibir una obra suya en sus salones.
Unos pintores boloñeses han creado, unos años antes, la famosa Accademia degli Incamminati, la Academia de los encaminados, en el sentido de avanzados, progresistas. Son los Carracci con Annibale a la cabeza.
Buscan un arte con un lenguaje visual claro y directo. Una figuración sencilla fácil de entender por el pueblo. Recordad estas características.
De esa academia de pintura surge la llamada escuela boloñesa, con nombres tan destacados como Guido Reni.
No le permitieron estudiar en la academia por ser mujer. Tuvo que formarse como la mayoría de las mujeres pintoras con su padre, pintor también.
He encontrado más de treinta nombres de pintores pertenecientes a esa escuela, muchos de los cuales nunca había oído nombrar. Curiosamente ni se cita a Elisabetta Sirani. ¿Será por ser mujer? No creo.
Ironías aparte Elisabetta Sirani fue en su época muy reconocida, teniendo su obra gran éxito internacional, no había corte que no presumiese de tener una obra suya.
No le permitieron estudiar en la academia por ser mujer. Tuvo que formarse como la mayoría de las mujeres pintoras con su padre, pintor también.
Sirani consiguió el título para poder ejercer de pintora profesional con solo 19 años, título que concedía tras examen, el Gremio de Pintores.
Llamaba la atención la rapidez con que pintaba, pudiendo realizar la cara de un retrato en una sola sesión.
Esta forma de contar una historia, un cuadro dentro de otro cuadro, como si fuesen viñetas de un cómic, es muy propio del barroco y un recurso muy empleado por Velázquez.
Una de sus obras “Porcia hiriéndose en el muslo” es buen reflejo de lo que Elisabetta tuvo que pasar para llegar a ser reconocida como pintora.
Porcia, hija de Catón y esposa de Bruto, uno de los asesinos de Julio César, consideraba que su marido la minusvaloraba ya que Bruto no le contaba nada de la conspiración contra el césar, “siendo mujer contará la trama ante cualquier presión”. Para exponer su fortaleza, Porcia se cortó el muslo, demostrando con ello poder mantener el secreto incluso bajo tortura. Bruto, al ver la herida de su esposa, le reveló todo el complot.
En un segundo plano, tras las cortinas unas mujeres están realizando funciones “más femeninas” que cortarse el muslo, acción más propia de un “machote”.
Esta forma de contar una historia, un cuadro dentro de otro cuadro, como si fuesen viñetas de un comic, es muy propio del barroco y un recurso muy empleado por Velázquez.
He dicho que la historia de Porcia se parecía a la de nuestra pintora Sirani porque, a modo de halago, decían que “pintaba tan bien como un hombre”, aunque ponían en duda la autoría de sus obras, haciéndole pintar varias veces en público, a la vista de todo el mundo.
Como a Elisabetta Sirani no le habían dejado estudiar en la prestigiosa academia de Bolonia, gracias al prestigio adquirido montó su propia academia, dedicada a mujeres. tanto alumnas como ayudantes.
Fue su forma de hacer justicia. Por suerte menos violenta pero igualmente merecida, que otro cuadro suyo “Timoclea matando al capitán de Alejandro Magno”.
Plutarco cuenta en la biografía de Alejandro Magno que durante la invasión de Tebas (335 a. C.), un capitán de su ejército violó a Timoclea, y para más… cuando terminó le preguntó dónde guardaba el oro. La mujer, ágil de pensamiento, le dijo que el tesoro estaba en el pozo de su jardín.
El violador se asomó al pozo para comprobarlo, Timoclea le dio un empujón y una vez dentro lanzó rocas hasta matarlo.
Fue llevada ante Alejandro para ser juzgada por asesinato, pero este admiró su entereza y ordenó que la pusieran en libertad.
Si este cuadro hubiese estado pintado años antes, se mostraría el momento en que Timoclea es juzgada por el emperador, situación mucho menos violenta, pero estamos en pleno barroco, se busca el máximo dramatismo. Aquí la que manda es Timoclea y el violador patas arriba, como se merece, pataleando ridículamente al aire.
¿Recordáis lo que he dicho de buscar un arte con lenguaje visual claro y directo, una figuración fácil de entender por el pueblo? Creo que son dos buenos ejemplos.
Como ya he dicho Sirani consiguió gran reputación en toda Europa por su buen hacer, aunque muchos, especialmente años después, han dicho que era puro exotismo, otros que triunfó por su gran belleza y otros cultos eruditos de la historia del arte, directamente ni la mencionan.
Para los más estudiosos diré que como buena barroca empleó el claroscuro (fuertes contrastes de luces y sombras) hasta la saciedad, como Caravaggio, pero con una de las características de la escuela boloñesa, suavizando los contrastes con sombras tostadas. Pero esto es solo para los que vayan a por nota.
Elisabbeta Sirani murió con tan solo 27 años, dejando un legado de más de doscientas obras. Su criada fue acusada de envenenarla, pero una autopsia la absolvió del crimen. Pero esa es otra historia.