Relatos
Si yo viviera
11 noviembre 2023
Si en un barco yo viviera, me taparía por las noches con la tela de las estrellas, y no saldría si hay tormenta, y tampoco si no la hubiera, que me sientan mal las humedades en general, para dormir y para estar. No podría entonces vivir en un barco aunque yo quisiera. Y si navegar yo pudiera, haría la comida según la olas y su espuma estuvieran. Huevos revueltos si hay bandera roja y tortilla de patata si la mar está quieta. Pero todo desde puerto, que me da miedo la marea. Tampoco entonces podría navegar, más que de mis pensamientos a la playa más cerca.
Lo bueno si corto, es dos veces menos cansado. Y buscar cansa, como dijo aquel.
Si viviera o viviese en una casa en el Polo Norte, no me cansaría de mirar al cielo, buscando el palo que atraviesa la Tierra, y le llamaría el Palo Norte. Y cuando lo encontrara, me iría paseando hasta encontrar el Palo Zú, su hermano de acento andaluz. Pero si me canso en el camino, igual dejo de buscar. Que no te digo ni que sí ni que no, pero hacer más de un plan es a veces tontería, que lo bueno si corto, es dos veces menos cansado. Y buscar cansa, como dijo aquel.
Que la teja quiso ser maceta y el tejado bosque y el cielo mar de peces de monte.
No viviría yo en un tejado, que los tejados me dan frío y calor, por el día y por la noche, y cuando hace luna y por las mañanas. Que si en tejados te acuestas, lo mismo te levantas mojado, que nunca se sabe lo que te depara el tiempo al no estar cobijado. Que ya se dice que una buena teja vale lo que pesa. Y si te cae en la cabeza es como una maceta, pero sin las flores, ¡ay, qué pena!, pobre teja. Que la teja quiso ser maceta y el tejado bosque y el cielo mar de peces de monte.
Si me fuera yo a un desierto a vivir mil aventuras, seguro que acababa volviendo a escribir mis memorias, primero de segundas y luego de primeras. Que en el desierto uno se acuerda de todo, que no hay mucho más que hacer. No hay nadia ni nadie pero te acuerdas de todos. Te acuerdas de la lista de la compra y de todos los cumpleaños, pero no puedes llamar. Por eso la gente no sabe lo bueno que es para la memoria el desierto… y no tener ascensor. Te acuerdas siempre de comprar el pan, o si se te olvida se te quitan las ganas de comerlo. Y ya.
Si en un zapato yo viviera me ataría los cordones sola, con doble lazada, para que no se me desataran y andaría muy deprisa y muy despacio, según una combinación muy difícil que dependería de si el día fuera par o impar y el mes fuera de nudillo arriba o abajo y de si me pesara a mí mi propia sombra. Y metería muchas nueces en los calcetines para que no me faltara entretenimiento, para cascarlas con una dentadura de mentiras cuando me aburriera.
Si en un árbol yo viviera me quedaría muy quieta, y me haría yo sola la fotosíntesis para cenar, y me saldría la clorofila por las orejas y haría chicles veganos. Tendría corteza por todas partes y castañas tambien, con sabor a ya asadas. Las aves migratorias se desviarían de sus trayectorias para verme en flor en primavera y los más mayores se llevarían en sus picos trocitos de mis ramas de recuerdo para sus nietos. Y los más pequeños cogerían flores para sus padres y abuelos.
Voy a ser, Indio, todo un año.
Anda que, ¡si viviera yo en la India! Pues no habito, pero ya soy Indio en la tabla periódica, y no sé si eso es que este año me toca ser hindú, o indio de Visconsin o hacer el indio, pero ya llegó. Y esto voy a ser, Indio, todo un año. ¡Igual ya lo he vivido en otra época! Reencarnado me habré seguro. Total, que ni sí ni no, pero que solo con haber nacido dos pisos más abajo ya hubiera cambiado todo. No hace falta cambiar de siglo para cambiar de vida. Así que me voy viviendo como puedo, y mientras vivo, viva yo me veo.
El indio es un elemento químico de número atómico 49 situado en el grupo 13 de la tabla periódica de los elementos. Su símbolo es In. Es un metal poco abundante, maleable, fácilmente fundible, químicamente similar al aluminio y al galio, pero más parecido al zinc (de hecho, la principal fuente de obtención de este metal es a partir de las minas de zinc). Su nombre deriva del color índigo, el cual se observa cuando se realiza el ensayo de la llama. Metal blando y maleable, usado en infinidad de artículos de la vida cotidiana (pantallas planas, pantallas solares, baterías recargables, termómetros, pantallas táctiles, iluminación LED, teléfonos inteligentes, consolas, automóviles...)