Los inventos y Unamuno

Mi madre vaticinó que yo, en mi vida, haría pocos inventos. El tiempo le ha dado la razón. Aunque.

Corcuera, o uno de esos ya dijera que los inventos en casa y con gaseosa. Y Unamuno, que es mi pensador favorito ya dijera: Que inventen ellos.

 Pero andaba yo loco para hacer inventos, como sea y dónde sea. Así es que me he quedado pensando, por donde van los tiros, en mi caso y en el de mis inventos.

El padre Isidro me dijo que lo mío era la intuición de las palabras, y C. Ansoalde me dejó caer, en la lejana ciudad de A Coruña que yo era bueno en los diálogos, que los captaba bien, que escribiera, y sobre todo teatro.

Hace tiempo que con algunas amigas y amigos ponemos nombres a las cosas. 

De casas:

Todo empezó con C. que bautizaba las casas por donde vivía: La casa de las dos columnas y La casa que toca el cielo.  Bautizamos con A. Departamento, y Totum Revolutum (casas que tienen una gran personalidad, que hablan por si solas). 

También llamamos locales: Pasaje A Marte con JL Saldaña, Y Vórtice con Laura.

De coches:

Con A. nombramos La Perla. Yo he tenido EL furfurcico (puro anglicismo) y ahora un coche blanco y pequeño que se llama Napoleón. Ahí es nada.

A veces bautizamos camas: Cama Rica, Cama Jipi.

Si les apetece pueden jugar a nombres de grupos musicales. O nombres de poemarios (esto es muy extenso, cualquier frase puede ser un nombre de poemario, hagan la prueba).

Resumiendo, no hace falta inventar una ciudad, descubrir la penicilina, descubrir la luz. Siéntese en un sofá y diga: me voy a inventar una comida, me voy a inventar una combinación sin alcohol perfecta. Cualquier cosa está bien. Pero por favor inventen algo, no le hagan caso a Unamuno.