Relatos

Espacios

27 mayo 2023

Montaje fotográfico g. gaRceta

Ana y Rubén viven en un barril. Una solución de espacio reducido, amueblado con baño y todo.

Ana y Rubén no se ven en todo el día. Cuando uno trabaja el otro duerme y cuando uno está en casa el otro sale. Los puso en contacto Miguel, el hermano de Ana, cuando ésta se trasladó a la ciudad donde vivía su amigo de la infancia, Rubén. Rubén la recordaba como la niña de las dos coletas, y enseguida le ofreció las llaves y un espacio por un tiempo en su reducido hogar.

Quedaron a una hora, en una esquina, cerca de la luz de una farola y de una cafetería. Se saludaron en un minuto, casi sin verse las caras, en una entrega en la oscuridad. Ana ahora solo llevaba una coleta.

Nunca discutían, porque Ana no es de discutir. No tenían problemas por quién fregaba, porque usaban vajilla de plástico de juguete, y no peleaban por el polvo, porque en un estornudo desaparecía del todo.

Pasado el tiempo, Rubén, con gran capacidad para el olvido, olvidó que la chica de la coleta seguía instalada con él. Y Ana se convenció de que vivía sola.

Berta trabajaba con Ana, y vivía con su marido en una gran caja de herramientas de dos pisos. Pero de un día para otro, su matrimonio se rompió y se vio sin un lugar donde ir. Ana le ofreció su barril, que era cómodo aunque pequeño. Berta aceptó, y para optimizar el espacio entre las dos, partió su horario de trabajo y cambió de turno y lo volvió a partir. Berta empezó a encontrarse a Rubén por el barril. Rubén se extrañó la primera vez que coincidieron, porque hacía mucho que había olvidado que compartían piso, y porque no la recordaba tan atractiva, pero tampoco recordaba su nombre, y las personas cambian. Berta se sintió deseada de nuevo, y no vio problemas en rozarse tanto con Rubén. Y se rozaron sin pudor.

Ana encontró trabajo en otra ciudad, metió todo lo suyo en su neceser y una tarde dejó las llaves y se marchó. Dejó en un papel de fumar una nota de despedida para su compañera de piso Berta, pero la leyó Rubén:

He encontrado otro trabajo y

me marcho de la ciudad.

Que te vaya muy bien.

Esa misma tarde, Berta había salido con la autoestima alta por primera vez tras su ruptura, y al pasar por la calle de su antigua caja de herramientas, se encontró con su ex.

Él al verla, sintió la necesidad de rozarse con ella, se deshizo en halagos y la invitó a entrar, y ella se dejó reconquistar por él y por su amplitud de espacio. Olvidó que Rubén le estaría esperando con su vasito de vino del barril y se tomó varias copas en su vajilla de cristal tallado.

Rubén creyó por error ser abandonado, y fue abandonado sin ningún error, por falta de espacio. Sentado en su taburete, miró todo el barril y se le hizo enorme.

Ana y Rubén, volvieron a coincidir en la boda de Miguel, cuando tropezaron al salir a la inmensa terraza donde bailaban casi doscientos invitados. Ana llevaba el pelo suelto. Ambos desconocidos en su memoria, se pusieron a hablar, y descubrieron conversando que habían vivido en la misma ciudad, aunque transitaban sitios diferentes, por eso nunca se habían visto.

Y ambos vivieron en un barril.

Música:
Baghdad Night, Nasser Shamma
s r

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