No viene a cuento
Dientes
25 mayo 2024
Había una vez una niña que tenía 17 dientes.
Lo normal es tener 20. Pero un accidente, le arrebató tres. Esa fue la secuela que más se alargó en el tiempo.
Eran justo los más aparentes: los dos incisivos centrales (las paletas), y un incisivo lateral.
Ni que decir tiene, que esa característica condicionó su infancia. Ya sabemos lo que pasa si no cumples los cánones acordes con la normalidad que establece el contexto… Gracias a su carácter, las mofas, agravios y comentarios no le afectaban demasiado en general. Se mantenía en un sano margen.
Teniendo en cuenta que, según los expertos, los recuerdos se producen alrededor de los tres años de edad, ella no se había visto de otra manera. Fue a esa edad cuando los perdió. Una cosa sí que le perturbó… Cuando fue a hacerse las fotos de la primera comunión: el fotógrafo, sin una pizca de empatía le pidió que no sonriera, para que no se le viese el portillo.
Nunca le han gustado esas fotos.
A poca gente le gustan sus fotos de comunión…
A los 12 años, su casi constante sonrisa se iluminó con dientes. El hueco ya no estaba, y el sutil ceceo desapareció. Sus amigas no fueron conscientes del cambio. Eran, y son ahora. Amigas.
De las que miran más allá de esas cosas.
Las demás niñas siguieron siendo igual de poco amigas.
Hoy es mayor, y en el proceso de evolución se le quedó la costumbre de tener en cuenta la boca de la gente. Y tiene un curioso resultado fruto de años de observación.
Considera que hay una clasificación en la que caben casi todas las personas:
-Personas a las que al hablar o sonreír se le ven los dientes.
-Personas a las que no.
-Personas que los tienen escondidos, listos para morder.
Le gustan las sonrisas amplias, limpias y sinceras.
Se fía más
Banda sonora sugerida por la autora Lito Vitale "Ese amigo del alma"