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19 agosto 2023

PRONÓSTICO AMPLIO

María, que de esta semana no pasa y me muero ya, que van a cumplir los tres años.

Sé que estás preocupada porque vence la mensualidad del seguro el viernes y nos ahorramos unas perras si me muero antes. Lo que sí te pido es que la próxima vez, si es que otro marido te vuelve a salir con alguna enfermedad, le pidas al médico algo más de precisión en el pronóstico.

Que decir que le quedan entre tres semanas y tres años es un intervalo demasiado amplio, y yo no quiero que sufras y pases otra vez por esto, María. Que a mí me mata la enfermedad y a ti esta incertidumbre.

BUEN DÍA

Francisco despertó en el tercer año, en el último día. No había duda, ese día tenía que ser, lo dijo el doctor. María, cada mañana de esos tres años le había despertado diciendo: Buenos días, un día más.

Pero ese día María sólo le deseó un buen día. En la radio sonaba la emisora de siempre. Las horas pasaron como siempre. Y nada. Nada ocurría. Como esos tres años de espera. Y cuando solo quedaban veinte minutos para que terminara el día, Francisco cogió las llaves y le dijo a María que se iba a dar una vuelta.

María, aliviada por no tener que ver su fin, lo besó largo y le dijo bromeando:

– Siempre había querido decir esto, no vuelvas nunca más.

MANCHAS

El médico tenía la radiografía a su espalda cuando Francisco entró a la consulta. Francisco vio las manchas en el pulmón y se le cayeron los años encima y su cabeza le llevó a otro lugar. Solo iba a recoger los resultados de las pruebas rutinarias, y hacía años que ya no fumaba. Ya no bebía. Ya ni siquiera quería a su mujer. Y no tenía hijos.

Al ver el nombre de Ana en la esquina del plástico gris, su mente entendió la confusión, pero el médico ya se despedía de él sonriente y salió. En la sala de espera solo había un padre con un bebé envuelto en rosa. Al oír al médico llamar a Ana y ver al padre levantarse con su niña, Francisco respiró profundo y tragó lágrimas hasta que salió a la calle y las dejó salir, y no pudo parar.

REFORMAS POR COMPASIÓN

Me quedan de tres meses a tres años. Eso me dijeron hace tres semanas. A esos médicos de blanco les parecerá un margen compasivo pero es cruel. Cada día más, es uno menos.

Soy albañil desde que tengo uso de razón, y justiciero desde hace tres semanas. Mi negocio de reformas me daba para vivir, pero ahora que muero, me da para mucho más. Ya solo acepto nuevos clientes de bata blanca a los que ofrezco un bajo presupuesto, y cuando los tengo en el bote… ¡zás! Estoy en su casa iniciando las obras. Cada día que no tienen baño o no pueden cocinar los veo más cabizbajos, y cuando me preguntan cuánto queda, me pongo serio con mi mono blanco, cruzo las manos y me compadezco de ellos diciéndoles que esto es así, que entre tres días y tres semanas, y les invito a salir para seguir con mi trabajo.

NOTICIERO

No soporto a las personas que solo se preocupan por cuánto les queda de vida. Soy el ‘noticiero‘ del hospital. Antes lo hacía el médico del paciente pero tardaban demasiado, y sacaron a oposición en primicia el puesto de noticiero, de noticias malas, por supuesto.

Las buenas las sigue dando el médico correspondiente y se lleva algún regalo, a veces un jamón. Desde que trabajo aquí no como jamón, el olor a carne viva baja en sal, me llena el estómago.

En la sala de espera algunos pelean por pasar primero a mi despacho, no saben que a todos les voy a decir lo mismo. Esos ansiosos suelen ser los que quieren saber cuánto les queda. Y yo, les respondo que les queda lo mismo que a mí. Se angustian y me miran con pena. No los soporto.

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