Relatos

Lo que parece

31 mayo 2025

Reproducción de Dunia Beik de El lector, de Ferdinand Hodler

Llueve fuera, y tu mirada perdida a través del cristal, se dirige a la fuente del patio. No es el mar, pero se le parece.

¿Qué pensamientos esconde tu silencio? Podrían ser recuerdos de algún momento feliz, con aquellos que si buscas no encuentras porque solo ves en nosotros a amables extraños, o a extraños molestos. Hasta tus recuerdos son desconocidos para ti.

No eres tú pero lo pareces. No pareces tú, pero lo eres.

No te faltan caricias ni besos, pero no los devuelves. Ojalá nos pudiéramos volver a conocer. Sentir una mirada amiga, aunque solo durara lo que dura un pestañeo, habría merecido la pena.

Me has sonreído, y no he visto tu sonrisa, solo lo parecía. Pero necesitaba creérmela toda, y te he besado y te he acariciado y te he dicho lo mucho que te quiero y lo que te quieren los pequeños, que están deseando volver a verte. Saben que estás enferma, y que por eso te enfadabas mucho y casi no comías. Y te echan de menos en el sofá, en tu sitio, que ahora invaden con sus juegos, algunos de esos ruidosos juegos que al principio compartías y que luego te incomodaban.

Te has enfadado conmigo y me has gruñido, me has gritado y me has mirado mal. Y yo me he enfadado y me he sentido dolida, perdóname, pero a veces se me olvida que no me ves a mí.

Al marcharme ni me miras, y me duele, a veces creo que me echas la culpa por estar ahí y no saber ayudarte. Pero sé que no es eso, que no me reprochas nada. Me cuesta entender que no ves las cosas como yo, que ahora las gafas que llevas no han cambiado de graduación, pero han cambiado de dimensión. El otro día me las puse mientras dormías para ver qué veías, pero conmigo no funcionan.

Cuando voy de camino a verte, prefiero ir en autobús, así cojo fuerzas en el camino. Al llegar no me miras, pero yo te beso y te acaricio la mano, me siento a tu lado y te hago preguntas sobre tu día, y espero. Y espero un poco más. Y al final las vuelvo a hacer, como si no me hubieras oído, y las respondo yo. Y te cuento mi día desde que me levanto, lo que he comprado, lo que cocino, lo que como y con quién me he encontrado. Te lo cuento por hacer algo, los segundos pasan lentos. Y solo miras al mantel, y yo también lo miro, y veo alguna miga de la galleta de la merienda, y la miro tanto que creo que se mueve. Y los minutos pasan lentos. Y ya te he contado todo lo que he hecho, como cada día. Te cuento todo lo que he hecho menos el viaje en autobús, porque en el viaje solo cojo fuerzas, no recuerdo ni lo que pienso.

Hoy hace bueno, salimos fuera, juntas, como un par de buenas amigas, yo empujo tu silla y tú me dejas que la empuje. Somos un gran equipo. En el patio, como siempre, la fuente reclama tu atención, y tu mirada perdida se queda ahí, otra vez, en ese mar, que no lo es pero lo parece. Y me siento a tu lado, y ahora pienso que soy una estrella de mar, quieta junto a ti con los ojos cerrados, oyendo el chapoteo del agua, mientras tú buceas en tus pensamientos y yo espero que me veas, reflejada en alguna gota, aunque no sea yo, aunque solo te lo parezca.

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