La Madriguera
La tiranía del algoritmo

Dice la RAE que un algoritmo es un conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución a un problema. Como dicha definición me parece algo abstracta navego en la red en busca de ejemplos y me doy cuenta de que dicha ambigüedad se debe a que los algoritmos son como el ungüento blanco, sirven para todo y son omnipresentes. Desde manuales de usuario de los más diversos productos, instrucciones de trabajo, operaciones matemáticas como la raíz cuadrada o la multiplicación y, lo que a mí me interesa para este texto de hoy, EL ALGORITMO DE BUSQUEDA DE INTERNET Y OTRAS REDES SOCIALES.
Aplicado a las redes sociales se trata de una secuencia de operaciones o mecanismo que obtiene una respuesta exacta, rápida y filtrada. Nos permitirá por lo tanto acotar una búsqueda a la mínima expresión. Se trata de uno de los componentes de la llamada Inteligencia Artificial que hará que una publicación se muestre mucho o poco en una determinada red y decidirá también a quien se le mostrará en mayor o menor medida. En mi opinión esto que, de entrada, es bueno, a la larga nos tiraniza y empobrece.
El tema del control social se ha tratado por las artes de muy diversas maneras. En la literatura uno de los paradigmas es «1984» de George Orwell donde un sistema totalitario liderado por el Gran Hermano dirige y controla los pensamientos de la mayoría. En el cine todos conocemos “The Matrix” cinta en la que se narra cómo los humanos solo pueden percibir una realidad simulada o “El círculo“ protagonizada por Emma Watson y Tom Hanks donde se habla de una corporación que tiene el monopolio de la información en la red. Suelen ser historias de organizaciones que se presentan como perfectas y cuasi bucólicas para derivar en sistemas opresivos y totalitarios.
En mi opinión a lo largo de la historia han existido muchos inventos que pese a tener una buena intención han devenido en algo catastrófico para la humanidad. Por ejemplo, los instrumentos de óptica de precisión que permiten a los cirujanos extraer cualquier objeto de nuestro interior mirando una pequeña pantalla también posibilitan sembrar la muerte al gusto y en cualquier lugar del mundo desde una cómoda oficina de Langley o del Kremlin. Pues el maldito algoritmo, sin llegar ni de lejos al nivel de crueldad anterior, es uno de esos inventos que ha nacido con un buen fin, el de hacernos más fáciles las búsquedas en las redes y que no perdamos tanto tiempo y ha devenido en algo cuasi perjudicial. Con el objetivo de que estemos el máximo tiempo posible enganchados a la red, cuajan nuestro muro o escritorio con búsquedas y apariciones relacionados con aquello que hemos buscado previamente. De esta forma si un día has buscado un bañador se llenará tu celular de bañadores y cosas por el estilo. Todo ese tiempo que nos tienen pendientes de lo banal ellos lo rentabilizan. Monetizar lo llaman a esto. De la misma forma podremos llegar a pensar que aquello que no sale en Google, por supuesto en las primeras entradas, no existe.

Hace unos días un compañero de Garceta nos anunció la muerte de un poeta leonés afincado en Zaragoza llamado José Luis Rodríguez. Como no lo conocía me dio por buscarlo en Google y cuál no sería mi asombro cuando las primeras 10 entradas hacían referencia a José Luis Rodríguez “El Puma” y el resto a José Luis Rodríguez Zapatero.
Del poeta, ni rastro. Además, la noticia contaba que “El puma” había muerto cosa que es falsa. Pero del tema de las fake news hablaremos otro día. En un primer momento me dije, vaya el Puma ha muerto, larga vida al zorro, pero luego pensé seriamente en lo uniformizante y empobrecedor que resulta el algoritmo dichoso que se piensa que nos conoce.

Tenéis que saber que del algoritmo también se sale. Si se quiere, claro. Yo, que me confieso pecador y ferviente seguidor del algoritmo tengo dos estrategias para no ser un cyborg dirigido desde Silicon Valley y escapar de la ancha vereda de lo trending. Por un lado, diversifico mucho mis aficiones leyendo, viendo y escuchando cosas del más variado espectro. Solo así creo que podré encontrar cosas que de verdad me interesen o que alguien me haya querido ocultar por algún motivo. Por otro lado, y en un ejercicio de “terrorismo “digital intento volver loco al algoritmo. Hago búsquedas que desubiquen al sistema de búsqueda para que entre en bucle y no sepa qué mostrarme. No siempre resulta, pero de vez en cuando me salen joyitas que “a priori” no estaban pensadas para alguien como yo. Combatid un poco el algoritmo, ya veréis que bien y seguid el consejo que un día nos dio Juan Ramón Jiménez: “si te dan un papel pautado, escribe por detrás”.
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