La Madriguera

La canción francesa

Ha pasado otra quincena y aquí estoy, pluma en ristre dispuesto a contar otra historia. Para ésta me he ambientado. Tengo ante mí un ”café au lait” y el correspondiente ”croissant”. De fondo oigo a ZAZ y a la Piaf.  ¡Qué idioma, el francés!, que rotundo y sonoro. Que marcial. Con Édith Piaf de fondo se podría coger un puñado de hombres, y mujeres, y partir a conquistar el mundo.

Cómo dicen “il faut”, que manera de pronunciar ”au revoir“ y ”rien de rien”. Quizás sea porque yo no sé francés e idealizo el idioma. El caso es que, cuando oigo sus canciones, juego a imaginar lo que estarán diciendo. Con el inglés no me pasa lo mismo. Lo controlo y será por eso o porqué los angloparlantes sean más simples, que cuando oigo “love” (amor) y “bye, bye” (adiós) ya está la burra en el sembrado. Han engañado a alguien, algún corazón se ha roto o Cupido se ha equivocado con la flecha.

Así pues, mi tesis de hoy es que los franceses, sus canciones, son más profundas que el resto, tocan temas más importantes, más elevados. Muy necesarios y poco contingentes, que dirían en “Amanece que no es poco“.

Pero, ¿qué contarán esas canciones?

Debe tratarse de temas en mayúsculas. Con certeza hablarán, por ejemplo, del motivo para que todo un país se preocupe de que agredan con ciertos tintes racistas a un futbolista millonario y, sin embargo, nadie diga nada de los miles de inmigrantes que sufren cada día lo mismo con el añadido de la necesidad, la pobreza y el desarraigo, siendo ambos casos igual de reprobables. Sino de eso, seguramente hablarán de la razón por la que artistas con mayor o menor acierto o gusto en sus expresiones artísticas den con sus huesos en prisión y, sin embargo, algún locutor que destila odio en cada una de sus declaraciones suba todos los días a su púlpito a difundir un mensaje en el que no hace falta hilar muy fino para distinguir lo que es insulto e injuria de lo que no.

También está Brassens. A él, en nuestra tierra, algunos lo conocemos gracias a que nuestro malogrado e ilustre cantautor Joaquín Carbonell le cantó (Carbonell canta a Brassens) . Los de la ribera sabemos de ambos un poco más puesto que, tras su partida, sus amigos David y Roberto se han encargado de recordarlos, cantarlos y contarlos. Bueno, pues eso, que Brassens: poeta, libertario, con sus sueños anarquistas y su resistencia en la Francia ocupada de la Segunda Guerra Mundial es el paradigma de la profundidad. Pero tampoco entiendo lo que dice. Ya os he dicho que no sé francés. Así que sigo imaginando.

A lo mejor el bueno de Georges nos explica en sus canciones por qué en Aragón nos estamos planteando una inversión de  millones de euros para traer a mucha gente al Pirineo durante cuatro meses al año y destrozar el paisaje y, por otro lado, mi hija y cientos de compañeros, tienen que pasar frío todos los días en el IES Conde Aranda de Alagón porque los mismos señores, o señoras, que firmarán ese proyecto millonario no se ponen de acuerdo para hacer una remodelación integral de un Instituto que lleva más de cincuenta años sin tocar o de, como mínimo, arreglarles la calefacción este invierno.

Podría ser, a lo mejor, que también hablara de los radicalismos en las manifestaciones públicas, de lo barato que sale tachar a la gente con algunos -ismos (machismo, fascismo, feminazismo, …) sin apenas saber lo que significan esas palabras y, sobre todo, lo que significaron e implicaron en el pasado. O quizás él, que era poeta, nos explique cómo hay que usar el género al hablar o al escribir porque yo reconozco que ya no sé cómo hacerlo. Es posible que alguna de sus canciones me aclare por qué he tenido que cambiar el título de éste, mi texto de hoy, por no resultar el original lo suficientemente inclusivo. Para algun@s, claro ¿Por qué en tiempos de libertad nos empeñamos en censurarnos y autocensurarnos (mea culpa)?

Después de todo lo escrito pienso que debería aprender francés o, quizás no. No vaya a ser que las canciones francesas no hablen de todo eso que yo me imagino y me gustaría que alguien me explicara. El caso es que mi estallido literario de esta quincena empezó escuchando a ZAZ y la ha dejado un poco de lado. No me gustaría que esto ocurriera; no se lo merece. Os la recomiendo. ¡A buenas horas!, pues ya dio el pelotazo en 2010 con su “Je veux“ y tiene, actualmente, la friolera de nueve discos. Pero bueno, nunca es tarde…. Este verano la tenéis en Lanuza, Festival Pirineos Sur. Es sensible, delicada, profunda, jazzy, gypsy,… es francesa.

Será mejor, entonces, que esos temas que probablemente no estén en las canciones francesas, ni en otras, los escribamos nosotros, los expliquemos entre todos desde la tolerancia. Sabiendo discutir. Seguramente en el destartalado Instituto de Alagón se pueda aprender, bien abrigados claro, a debatir estos y otros temas escuchando al otro.

Alguien me dijo una vez que una de las técnicas de la negociación es la de no oír lo que dice el otro y repetir continuamente nuestras tesis. Me gusta más aquello que se le atribuye a un jefe indio de que antes de juzgar a alguien se debe caminar tres lunas con sus mocasines. Craso error la primera opción, eso no es debatir, eso es imponer y seguro que a la Piaf no le gustaría. Ojo no la vayamos a importunar pues el pequeño gorrión (así se la conocía) es capaz de salir de su tumba del parisino cementerio de Père-Lachaise para ponernos en cintura.

Au revoir, mes amis.

s r

Deja una respuesta

Esta web utiliza cookies propias y de terceros para su correcto funcionamiento y para fines analíticos. Al hacer clic en el botón Aceptar, acepta el uso de estas tecnologías y el procesamiento de tus datos para estos propósitos. Más información
Privacidad