La Madriguera
Haikus de la ribera

Al japonés Matsuo Basho y al sevillano Antonio Machado los separaron doscientos treinta años y más de once mil Kilómetros de distancia, pero, ¿qué los unió? Tratándose del universal poeta andaluz supongo que lo habréis adivinado: los versos, la poesía; un tipo muy concreto de composición: el haiku.
Un conocido influencer ribereño me propuso hace tiempo hacer un haiku para la Garceta y hoy, tras madurarlo un poco, me dispongo a ello. Pero hay un problema. Que no soy poeta. El poeta, nuestro Musgo, por ejemplo, es parco en palabras. Nos marca interrogantes. Dibuja espacios para que los rellenemos con nuestra imaginación. Nos necesita vivos, nos quiere curiosos, nos piensa inteligentes. Para él es fácil. Yo soy enciclopédico, no se me malinterprete. Os quiero contar todo, de lo poco que sé, así que no me puedo despachar con un haiku y ya está. Os tengo que explicar, os quiero explicar, lanzar mi tesis, tejer mi telaraña y rematar con el poema. Y a ello voy.
Basho es uno de los poetas japoneses más reconocidos. Nacido en Ueno (Tokyo) en 1644 destacó principalmente por sus haikus. Pero, ¿qué es el haiku? Se trata de un poema japonés antiguo compuesto por tres versos distribuidos en 5/7/5 sílabas para hacer un total de 17 sílabas sin rima. Sus características: sencillez, sutileza y austeridad. Busca la captura de un instante, la emoción de un momento aparentemente banal. Significar mucho diciendo lo mínimo hasta parecer casi ridículo a los ojos del occidental inexperto.
Además de la métrica debe cumplir una serie de condiciones y mantener una estructura. ¡cuántas cosas para sólo diecisiete sílabas! La primera parte deberá ser descriptiva y hacer referencia al espacio y al tiempo o estación del año (Kigo), le seguirá una separación que podrá ser un punto o una coma o similar (kireji) y el remate será dinámico, inesperado. El haiku es poner en palabras aquello que nos señala el niño y no nos puede explicar con ellas, es la fotografía del que trabaja con las letras. En este tipo de poema es tan importante lo que se escribe como aquello que no se cuenta y está implícito. Lo que tiene que ver con los sentimientos. La experiencia y la relación que cada lector tenga con el paisaje o pasaje descrito forma parte del poema. Los poetas japoneses también nos necesitan vivos, receptivos y curiosos.
Un viejo estanque.
Se zambulle una rana,
ruido del agua.
(Matsuo Basho)
Años más tarde, poetas de todo el mundo se interesan por estas composiciones y entre ellos destacan los españoles y de éstos los poetas del sur. Lorca, Juan Ramón Jiménez y Machado se aproximan al haiku. Quizás más en la intención que por la métrica. Tiene mucho que ver aquí la copla, el romance y sobre todo el estribillo de la seguidilla que es muy parecido a la estructura de la poesía nipona. Pero, y aquí viene mi tesis, en mi opinión lo que más los une es el sentimiento.
Los japoneses llaman “aware” a la conmoción profunda que el autor siente al estar en presencia de un suceso o un instante en contacto con la naturaleza. Los flamencos llaman “duende” a esa electricidad que se transmite entre artistas y público, en Portugal cantan a la “saudade”. También los mañicos tenemos una sensación parecida pero como no nos vendemos tan bien no le hemos puesto nombre. Son esos pelos de punta y esos “güellos de cristal” que se ponen al oír nuestro cante jondo que es la jota. Culturas ancestrales unidas a la largo y ancho del globo por la desnudez de las palabras y la voz. Quizás haya un nexo arcaico e invisible de emoción que une las culturas española y nipona y hace que, por ejemplo, a Japón se la considere la segunda patria del flamenco. Ahí lo dejo.


En la ribera tenemos nuestros almendros de flores blancas, nuestro río, nuestro particular monte Fuji y nuestras nostalgias, que diría Labordeta, así que disponemos de todos los ingredientes para un buen haiku. El que lo sepa hacer claro. Pero, por intentarlo que no quede.

Sólo os diré, para acabar que el haiku es una foto del alma y ésta, cuando está en paz, puede ser tan simple como un color, como el sonido de una rana al saltar al estanque, como…
