La Madriguera
Fusilando a Musgo

En mi oficina trabajamos mucho, pero, a veces, hablamos.
Hablamos y pensamos cosas imposibles: la lotería, ser ricos, no tener que trabajar más…, y a veces peligrosas. Hoy alguien ha dicho, propuesto, ¿qué pasaría si nuestros pensamientos se oyeran en voz alta?, como si se retransmitieran en la megafonía del super.
Ya lo he dicho antes, a veces peligrosas.
Pues bien, enumero y resuelvo, hay quien no tiene miedo ante tamaña ocurrencia: no piensa nada que no diga. Otros estamos aterrorizados: callamos muchas veces, por prudencia, por educación, por vergüenza, por miedo… aquí los motivos son varios.
Téngase en cuenta, en este punto del razonamiento, que aquí ya no hablo de las gentes de mi oficina, estoy pensando “urbi et orbe“. Creo que no he usado bien el latinajo. Me refiero a que estoy generalizando. No vaya a enfadarse alguien. Ya he dicho que era peligroso.
Además, y en los pueblos especialmente, tenemos el problema ese del “teléfono roto“. Ya sabéis, aquel en el que confundimos el emisor, el receptor y el propio mensaje creando equívocos varios, y peligrosos.
Y luego está la posverdad.
Así que la posmodernidad es eso, decir que no se ha dicho lo que se debería haber pensado antes, antes de decirlo claro.
Nada, que no puedo, que no hay paredón que pueda con David.
(Desde el respeto y el cariño).